jueves, 22 de noviembre de 2007

Chorreando ARTE Relatos de la Muestra CHOCOARTE

“Al ingresar al bar te invade un olor irresistible y ves a la Torre Eiffel de un metro de alto. Te acercás de a poco y mmm… chocolate. Seguís caminando y un par de sandalias de baile se encuentran apoyadas sobre un espejo (con caja y todo) también de chocolate. Más adelante, una gran bacha verde y transparente de vitrofusión que contiene pedacitos de chocolate con leche para degustar (algo así como un buen detalle para contenerse y no intentar -todavía- morder las esculturas) También encontré tres sombreros como ese que usaba Gardel, cada uno de chocolate blanco, con leche y semiamargo ¡tamaño natural! (un papel decía que pesaban algo así como 2 kilos cada uno) Y hablando de Gardel ¡había uno! ¿Obvio no? Tango sin Gardel es como mila sin papas o papas sin huevo frito mmm, Me parece que subo kilos de solo pensarlo, en fin, hay que disfrutar la vida…
Por otro lado y tratando de continuar con mi relato también estaba, como dije al principio, el obelisco. Este además de ser una escala del real, contenía las inscripciones de cada una de sus paredes.
Mas o menos durante una hora, hora y media, uno podía caminar por ahí y tomarse unos drinks, inspirar y deleitarse con pedacitos de chocolate de cualquier color. Hasta que a eso de las 5 de la tarde, la música de fondo cambia y podría decir con seguridad que se escuchaba El ultimo tango en parís (Marlon brando ¡¡que hombre churro!!) Una pareja de milongueros que merodeaba por ahí, una muy particular porque tenían ambos chocolate en la cabeza, se coloca en el medio del lugar: se miran, caminan, se tocan las manos, se alejan y colocan, cada uno de espaldas al otro y frente a un espejo en cuyo pié se encontraba una bacha con chocolate derretido. Escriben con el chocolate 2 x 4, ella París, él Buenos Aires. Bailaron ellos, fueron y volvieron con los firuletes propios hasta que en un momento en medio de la canción, se separan y cada uno mete la mano en el chocolate derretido y vuelven a juntar esas manos chorreantes de color blanco y negro y los mezclan. Bailan y la pasión de apodera de ellos (ella termina of course llena de chocolate). Al final la canción se diluye y ellos también, se alejan el uno del otro.
La bailarina se coloca frente a la Torre Eiffel y bailaor, frente al obelisco. Se escucharon aplausos, ellos inmóviles. Un sonido comienzo a expandirse cada vez más fuerte hasta que en un momento ensordecedor, como un toque de trompeta que dura unos segundos, rompieron las esculturas y comenzaron a devorarlas. Allí mismo se abalanzaron todos sobre el chocolate, sobre las esculturas, arrasaron con ellas vorazmente, fue la anarquía total. Sonaba música de Kusturika y después Willy Wonka (la de la película de Charly y la fabrica de chocolates) acompañando perfectamente el momento. Por supuesto me sumé a la experiencia hundiendo los dientes lo más que pude en uno de los sombreros. Creo que todo acabó en pocos segundo, aunque la excitación continúo por un buen rato ¿habrá sido por el chocolate?”